La masajista Lily Glee está en el mostrador de recepción con su computadora portátil cuando su jefe Mark Zane se acerca a ella. Lily, incrédula y negadora de sus defectos, decide darle a Mark un masaje para demostrarle que tiene lo necesario. Él se sorprende al darse cuenta de que ella no usa aceite. Cuando su cuerpo se desliza desesperadamente para esparcir el aceite, él se sorprende de que el masaje sea realmente bueno. Mark disfruta del deslizamiento del cuerpo, pero cuando el masaje termina, recibe otra sorpresa: Lily no tiene finales felices, como ofrece el salón.